En 1995 nació en Berlín uno de los primeros espacios considerados como coworking, el C-Base.
En este espacio empezaron a trabajar bajo el mismo techo diferentes personas que se
conocían y tenían cosas en común, convirtiéndose en una comunidad. Este proyecto pasó a
ser inspiración para crear espacios similares en Estados Unidos.
Cuatro años más tarde, en 1999, el diseñador de videojuegos estadounidense Bernie DeKoven
utilizó por primera vez el término coworking. Para él este concepto significaba
“trabajar juntos como iguales”, que hoy en día sigue siendo el principio con el que identificamos el
coworking y el trabajo colaborativo.
El concepto de coworking empezó a difundirse y ganar popularidad, sobre todo entre
emprendedores y autónomos interesados en contar con estos espacios de trabajo. Y en 2005,
el programador Brad Neuberg inauguró el primer espacio conocido oficialmente como
coworking en San Francisco, Estados Unidos, un lugar llamado Hat Factory.
En los años siguientes, los espacios de coworking continuaron creciendo, principalmente en las
ciudades más grandes de Estados Unidos y algunos países europeos como Alemania, Austria,
Francia y España. Y al mismo tiempo, el término coworking siguió tomando fuerza
posicionándose en las búsquedas de Google y apareciendo en Wikipedia.
Hoy podemos encontrar una amplia oferta de espacios de coworking en todo el mundo. Desde amplios
espacios diáfanos y modernos que ofrecen la flexibilidad que los usuarios necesitan, hasta
espacios sumamente innovadores o que están más enfocados a un sector específico.
Sin embargo, todos tienen en común su visión enfocada al usuario, el coworker. Buscando
optimizar la funcionalidad de sus espacios y poner a disposición de su comunidad un sitio
de trabajo con múltiples ventajas y servicios.